Quijotes desde el balcón

lunes, 29 de enero de 2018

Aventura al Polo Sur

por Marina León

Una luz intensa me deslumbra. Sé que estoy tumbada en el suelo. Siento un tacto extraño en las manos. Entre mis dedos unas partículas blancas. Nieve. ¿Por qué no noto el frío? Hacía solo una semana que había llegado a la ciudad. Esa inmensa Los Ángeles: el lugar donde tus sueños se pueden convertir en realidad.

Nací en Lyman, un pueblo del centro de Utah. Desde pequeña había tenido muy claro lo que quería ser en la vida. En el primer momento en el que la gigante pantalla blanca me dejó hipnotizada con sus imágenes en movimiento, lo supe. Yo quería estar ahí, yo quería ser actriz. Así que un día me había subido a un autobús para buscar el que debería ser mi destino. Había encontrado una habitación barata en un apartamento al lado de los grandes estudios, donde habitualmente se realizaban los castings para las películas. El edificio estaba lleno de chicas que, como yo, buscaban su oportunidad.

Rápidamente los días se convirtieron en una sucesión de pruebas donde frases tan diferentes como: Oh, Fred, por favor ¡no me dejes! o ¿Le sirvo más café? salían por mi boca con la esperanza de obtener ese sí que siempre había deseado. Cada día soñaba con que alguno de esos directores me descubriría como la nueva Katharine Hepburn, Greta Garbo o Marilyn Monroe.

Esa mañana, como cada vez que acudía a una prueba, había ido con mi bolso lleno de ilusiones al que sería mi último casting. Era una productora pequeñita, la película era una historia de exploradores: Aventura al polo sur, que sería rodada en el mismo estudio. Al entrar en la productora me recibió el director: Jack Weinman. Me invitó a sentarme en una silla enfrente de su mesa mientras ojeaba diferentes fichas de chicas. Me sorprendió que ninguna otra persona estuviese esperando para hacer la prueba, normalmente tenía que esperar largas colas hasta que me tocaba entrar.
- ¿De dónde vienes pequeña?
- De Lyman, en Utah.
- ¿Has hecho algún papel antes?
- Sí, actuaba en el grupo de teatro de Lyman, empecé desde que era una...
 Weinman soltó una sonora carcajada:
- Un grupo de teatro no es una película. En el teatro estás lejos de la audiencia. No te pueden apreciar bien. Y con lo atractiva que tú eres, tu mundo es el cine. Ven, voy a enseñarte el set de rodaje.
Weinman se levantó de su silla y salió del despacho. Le seguí hasta llegar al plató. Entramos a una pequeña nave industrial donde todo estaba ya preparado. Una capa blanca cubría todo el suelo. La nieve artificial se amontonaba creando pequeños montículos. Un cutre papel azul estaba pegado a la pared del fondo, roto en algunas de sus partes.
- Aún está en proceso de montaje pero ya mismo queremos empezar a rodar. Uhm, no sé si tu vas a ser la Joan adecuada. Necesito a una chica que sea muy dulce pero descarada a la vez. ¿A ver? Date la vuelta -me ordenó y lentamente empecé a girar sobre mi eje.
- Desabróchate la blusa.
- ¿Cómo?
- Venga pequeña, si quieres el papel tengo que saber cómo son tus tetas.
- Señor Weinman, yo...
- ¡O te la desabrochas tú o lo hago yo!
- Lo siento señor Weinman, creo que este papel no es para mí -me di media vuelta para dirigirme a la puerta de salida del set de rodaje pero Weinman agarró mi brazo.
- Vamos preciosa, no eres la primera que ha hecho alguno de estos trabajitos para conseguir un papel en una de mis películas -Weinman se acercó a mi cara y empezó a besuquearme, el aliento a alcohol y el olor a sudor me dieron arcadas.
- ¡Suélteme! -grité.
- Solo tienes que bajarte las bragas y dejarme hacer -sus manos me sobeteaban los pechos con tanta fuerza que pensaba que me los hundiría hacía adentro. Una de sus manos me agarró fuertemente por debajo de la falda.
- ¡No, no, no! ¡Por favor, no! -gritaba con todas mis fuerzas esperando que alguien del estudio nos oyese.
- ¡Cállate!
La mano que antes oprimía mi entrepierna me tapó la boca. Murmurando gritos me intenté zafar mientras con la otra mano consiguió tirarme en el suelo. Noté como la nieve artificial se me pegó al pelo. Me empezó a faltar el aliento, no podía respirar, solo veía el potente foco que iluminaba el set de rodaje mientras sentía que el aire dejaba de entrar en mis pulmones.

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